Esta imagen captura el momento en que mi querida hija celebró su primer año de vida. Sin embargo, en este singular caso, el día de su nacimiento también marcó el día en que nos despedimos en silencio en mi vientre. Esta ha sido, y continúa siendo, mi compleja y sagrada travesía a través de la maternidad.

Siento una profunda gratitud por haber tenido la oportunidad de concebirla, de sentir su presencia dentro de mí, de darle la bienvenida al mundo y conocerla en esos preciosos momentos. Al mismo tiempo, también enfrenté el doloroso desafío de despedirme, de acariciar sueños truncados y de anhelar que hubiera llegado a este mundo con aliento, para poder ser testigo de su crecimiento y compartir toda una vida a su lado.

En este camino, he descubierto que los rituales se han convertido en el idioma principal para dar voz tanto a mi proceso de duelo como para celebrar el lugar que ella ocupa en mi corazón. A través de estos rituales, el alma encuentra su expresión, permitiéndome sentir y honrar cada faceta de esta experiencia única. 

Deseo compartir esta comprensión profunda, pues nadie me guió en este camino y pocos reconocen la inmensidad del duelo que se esconde en las sombras. Por esta razón, deseo ofrecer estas enseñanzas y herramientas a todas las almas que puedan necesitarlas. Porque el duelo merece ser reconocido, abrazado y transformado, y porque junt@s podemos encontrar el consuelo y la sanación a través de rituales que nos conecten con lo sagrado de la vida y la pérdida.